La visita del Papa de Roma a Madrid resulta ser un llamamiento a sentirse culpable y un pecador profesional a jornada completa.
Sorprende la dificultad que manifiesta para vernos como "Hijos de Dios", divinos en esencia.
El paradigma ético y moral es tan elevado que dificilmente podemos vivir desde ellos, por lo que si no podemos cumplir con ello no situamos en la culpa, la auto-exigencia no satisfecha y por tanto en el "pecado", un pecado imposible de redimir.
¿Ofrece un opción de salvación?
A mi parecer el Papa se centra en los aspectos negativos de la personas, en lugar de los aspectos positivos, amorosos y construcctivos. "Un parroquiano" de por vida, sin posibilidad de cambiar su sentimiento de misero culpable.
Tal vez sería mejor decirnos a nosotros mismos; Me acepto y amo tal como soy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario